domingo, 16 de noviembre de 2008

FIESTAS Y FERIAS

FIESTAS, FERIAS Y CARNAVALES



GENERALIDADES



La mezcla de españoles y hacaritamas dio por resultado un nativo singular, de espíritu autónomo, rebelde, egoísta y absolutamente curioso y burlador de las bienaventuranzas y desgracias ajenas, pero especialmente inclinado a la fiesta y la bohemia, dejando entrever en el baile el ritmo innato de su ascendencia caribe.

Las fiestas hacen parte de la idiosincrasia del ocañero; son extremadamente largas, que se inician con las celebraciones de los grados de noviembre, cuando bachilleres y universitarios intercalan celebraciones para lograr una parranda consecutiva que empata con la novena de aguinaldos, la nochebuena, el fin de año, y que termina con una maratón de baile y aguardiente en el desenfreno de los carnavales el 6 de enero del año siguiente.

Es entonces cuando el tranquilo acontecer ocañero sufre un vuelco radical. El tráfico se congestiona permanentemente, agravado por la algarabía de los músicos, las cabalgatas, los vendedores, las minifaldas y los juegos de pólvora.

Se presentan formas muy particulares de hacer la fiesta, algunas no tan ortodoxas ni legales, como beber mientras se da vueltas a la ciudad en un carro que deja escuchar la estridencia de su equipo de sonido; con la parranda que reúne varios amigos en campitos, kioscos o casas, donde generalmente no se baila, pero la lengua chisporrotea al son de la música de cuerda y del aguardiente y el bolegancho, antiguo tres brincos, chirrinchi o tapetusa. La parranda tiene ocasionalmente como disculpa el sancocho. Los jueves, o "juernes", los viernes y los sábados los jóvenes optan por reunirse en el parque de San Agustín o en el Coliseo, aunque a veces trasladan el sitio de sus preferencias de acuerdo a la discoteca de moda, o al movimiento de la llamada zona rosa.

Otros, a falta de una reunión más oficial, prefieren reunirse, como quien no quiere la cosa, en una esquina, sosteniendo paredes, mientras esconden la botellita que ingieren con rapidez increíble, al compás de la cháchara locuaz y maliciosa. Otras veces lo hacen en las puertas de almacenes y tiendas, manteniendo el licor dentro del establecimiento a donde entra uno por uno, mientras se escuchan expresiones como estas:
Metámonos un carpetazo, tomate uno, empújate el otro, vení zámpate un guarilaque, echémonos un guacharacazo, servime un bolesiete (por tres brincos y gaseosa cuatro), adentro con este palo, echémonos a la perdición, pásame los anetoles, metete un campanazo, y muchos más de la jerga boleganchera.
Unos hay que proclaman a los cuatro vientos su repudio por las fiestas y se van a Pueblo Nuevo u otro sitio, bien provistos de comida y aguardiente, y regresan a los tres días, verdosos y famélicos, moribundos del guayabo.


LAS FERIAS

Dice Raúl Pacheco Ceballos que las ferias se remontan a 1849, cuando una ordenanza de ese año mandaba: “Habrá una feria en esta ciudad que comenzará desde el siete hasta el quince del mes de enero de cada año”. Pero esos buenos deseos fueron truncados brutalmente por una espantosa epidemia de cólera que causó en Ocaña, muerte y terror.
En ciertas épocas del año llegaban a la ciudad negociantes, especialmente de ganado y productos agrícolas, que hizo necesario organizar la feria.
La primera importante se realizó entre el primero y el seis de enero de 1920, simultánea a una exposición industrial, artística y agropecuaria. Su presidente fue don Julio R. Jácome Niz, quien premio a los participantes con medallas y dinero.
Iniciada la feria llegaban los “reinosos” procedentes del reino, o del interior con sus mercaderías de Boyacá, trabajos en cerda, cuerno y cuero, frenos de suesca con sus coscojos y bocaos, monturas y zamarros de Chocontá, sogas de crin de caballo de hasta cuatro metros de largo, cobijas de lana virgen, de todos los aperos para las jáquimas de las bestias, en cuero trenzados o torcidos que eran muy apetecidos.
El carácter artístico de las feria se perdió hasta 1972 siendo alcalde Alfonso Carrascal Claro, nombró un coordinador cultural en la junta de Ferias y Fiestas, el Grupo Escénico de Ocaña G.E.O.
El antecedente lo había dado en 1961 el alcalde Carlos Daniel Lemus, quien auspició el desfile de los Genitores, dirigido por Carmito Quintero, con la ayuda de Alfonso Carrascal Claro y Carlos Torrado Clavijo.
Los eventos de la feria se realizaban en la Primavera y en el Caro, hasta que en 1966 se inició una campaña orientada por Gabriel Neira Quintero para construir el Coliseo de Ferias. Fue respaldado por el diputado Ramón Sanjuán Quintero, quien incluyó en el presupuesto departamental doscientos mil pesos para la iniciación de los trabajos. Dicha plaza de ferias se denominó el “Toro Sentao” con instalaciones apropiadas para exposiciones de ganado vacuno, caballar y menor, además de un gran salón que se colma de orquestas y bailarines al llegar la feria.

EL CARNAVAL


El carnaval nace en Grecia e Italia y básicamente era, en sus comienzos, una fiesta en honor a los dioses protectores de la agricultura y de los rebaños. Estas fiestas tienen origen mucho antes de la aparición del cristianismo y su llegada al Nuevo Mundo se remonta a la Colonia.
Saturno era el dios romano de la agricultura. Las fiestas en su honor comenzaban a partir del 19 al 26 de diciembre. En esos siete días eran suspendidas todas las actividades económicas y todos, inclusive los esclavos, se iban a participar de los saturnales, de la mano del dios Saturno, cuya estatua era desamarrada en esos días para que él también pudiera salir a las calles a gozar de las fiestas.

Saturno, es el origen de lo que hoy conocemos como Carnaval, tanto en Europa, como del norte de Africa y América.
El origen del carnaval se puede localizar a quinientos años antes de nuestra era. Luego, el cristianismo aparece en Europa y las fiestas cambian de fecha y de significado. Se inicia en la cultura occidental el rito de la cuaresma y surgen otras celebraciones que indirectamente recuerdan a Saturno.
Estas fiestas comenzaron a llamarse Carnaval, palabra de origen italiano (Carnavale, derivada a su vez de Carnelevare: CARNE=carne y LEVARE=quitar) que significa en términos simples la preparación, con una inmensa fiesta, una fiesta más grande que el mismo mundo, para la abstinencia de carne que se debía guardar a partir del miércoles de ceniza. Por eso los grandes carnavales todavía hoy terminan el martes, víspera de la cuaresma.

Los conquistadores españoles y portugueses trajeron a América dos tipos de carnaval. Uno era llamado Carnaval Urbano, lleno de lujos y de grandeza, imitativo del fastuoso carnaval de Venecia, y el de Brasil ( Carnaval Urbano de Portugal); y el otro tipo de carnaval que llego a nuestro continente fue el Carnaval Rural, originario de los campos españoles, donde los campesinos celebraban las fiestas con máscaras, tirando agua y harina. Eran celebraciones de tipo agrícola.

Por otra parte, en el Caribe colombiano, se asienta el carnaval rural. Referencias que datan de 1774, en Cartagena, informan de unas fiestas donde las clases con poder económico y militar usaban máscaras y se lanzaban harina, al tiempo que bailaban minué y contradanza. En las zonas rurales, en las riberas el río Magdalena, las celebraciones estuvieron ligadas a las costumbres indígenas y negras, unidas a la simbología cristiana.
El auge económico debido a las exportaciones de café y añil, propicia el nacimiento formal, como fiesta organizada, del carnaval de Barranquilla en 1876. El río Magdalena se encargaría de comunicar esa tradición a lo largo del país.

Puede decirse que en Ocaña, la bonanza económica de comienzos de siglo originó los carnavales. El centro vital de estas festividades era la Feria Exposición. En 1920, según Luis Sánchez Rizo, se llevó a cabo la primera feria. Se dieron cita allí los pequeños industriales de la región, predominando los que venían de Barranquilla. La crisis económica de los años posteriores debilitaría el carácter de feria y afianzaría un carnaval que tiene raíces en el río: aspersiones de agua y harina, disfraces, carrozas y reinas. Pero en el fondo, nuestro carnaval es producto de costumbres heterogéneas y de intereses distintos; la inmigración del campo a la ciudad ha ido formando, en los últimos años, una fiesta sin eje tradicional, predominando la espontaneidad, la falta de creatividad y asomándose en el panorama una violencia, algunas veces encubierta y otras descaradas. Nuestras fiestas carecen del personaje central que convoque alrededor de él la fiesta. El carnaval nuestro es carnaval en el sentido amplio y profundo: es un margen de tiempo destinado al goce, a la alegría desenfrenada, es la válvula de escape de todos los problemas del año, es el espacio para el llanto y la risa, para el amor, es el triunfo del Dios Momo (el dios de la risa), una risa que corre alada, de carnaval en carnaval desde los lejanos Saturnales en Roma.

Las instituciones coloniales reprimieron, con todos los mecanismos posibles, cualquier manifestación cultural de los esclavos que chocara contra los intereses de sus exploradores; pero como era necesario brindar determinado día de descanso, se instituyeron los llamados
Cabildos de los Negros o días festivos donde se creaba una ilusión de libertad. De esa forma se hicieron famosos los carnavales que celebran los esclavos en Montevideo y la Habana para el 6 de enero.

En Colombia, el más antiguo parece ser el Carnaval de Negros y Blancos en Pasto. Este tiene origen en la colonia, cuando a los esclavos se les permitía divertirse el 5 de Enero y los patrones los agasajaban pintándose la cara de negro. El 6 de enero era retribuido el homenaje: los negros se pintaban el rostro de blanco para agasajar a sus patrones. Otro carnaval que se celebra en enero cada dos años desde 1850 es el Carnaval del Diablo, en Río Sucio, Caldas.

En Ocaña como en otros lugares, los ritos religiosos propiciaron la creación de dramas y disfraces que fueron el preámbulo de los carnavales, especialmente los de las celebraciones de la fiesta de Corpus y la fiesta de Reyes del 6 de enero.
En 1786, la precursora de los carnavales, doña Juana Lázaro Velásquez contrató costureras para la elaboración de los disfraces de diablos, indios, santos y preparó los escenarios de las fiestas, que describe así Alejo Amaya en “Los Genitores”, “Entre repiques y petardos que hacían saltar de gozo el corazón, llegaba por fin la fiesta ambicionada. Desde el amanecer trabajaban como hormigas en las cuatro esquinas de la plaza multitud de chapetones y de criollos, que sudaban el kilo trasponiendo montañas con sus grutas sombrías”.
Al terminar los oficios religiosos los disfrazados se convertían en motivo de curiosidad y regocijo, especialmente los diablitos, a quienes los pelafustanes halaban de la cola para hacerse perseguir en medio de la hilaridad del público.
En la noche, las gentes se reunían, ya achispadas, para disfrutar de la fiesta preparada por doña Juana, los elegantes invitados se mezclaban con diablitos y santos, y con los sacerdotes que habían propiciado la celebración.
Existía pues una comunión entre la festividad religiosa y la pagana.
Los bailes duraban hasta tres días, durante los cuales, escribe Monseñor Pacheco: “Los espíritus eran dominados por el anestésico anís y las vibraciones del triple, la guitarra y el tamboril”

El barranquillero Enrique Ruiz Machuca lideró una campaña para organizar el primero de nuestros carnavales, y el Concejo Municipal acogió la idea, así que en noviembre de 1945 nombra la primera Junta del Carnaval que quedo integrada de la siguiente manera: Presidente: Enrique Ruiz Machuca; Vicepresidente: Alejo Conde Pacheco; Tesorero: José Vicente Navarro; secretario: Gustavo Quintero; Vocales: Ciro Osorio Quintero y Orlando Trigos. Ellos organizaron el primer carnaval que se realizo con todo éxito entre el 4 y el 6 de enero de 1946. Se permitió el lanzamiento de confetis, agua y maicena y unos capuchones similares a los de los nazarenos pero de variados colorines. A estos la Alcaldía exigía coserles un número que identificaba de quien era propietario el capuchón. Con esta medida se pretendió evitar desmanes que de todas formas se dieron.
En los inicios del Carnaval un incidente hizo suspender el uso de capuchones. El padre Heriberto Martínez, fue objeto de ofensas, luego de llenarlo de maicena. El Clero indignado, declaro a Ocaña en “Entredicho eclesiástico” y los sacerdotes no volvieron a celebrar misas mientras duró la sanción clerical, los fieles debían trasladarse a Río de Oro. Posteriormente la iglesia interpuso su poder para impedir futuros carnavales, pero ya era tarde, el pueblo no permitió que estos se suspendieran.

En los carnavales tiraban serpentinas; los señores a las damas les echaban perfume tabú. A la cáscara de huevo le abrían dos huecos, le quitaban la yema y la clara, para llenarla de agua con menticol y la usaban para reventarla en la cabeza de los ocañeros. Para ellos ese mes era de mucha importancia porque llegaban los Reyes Magos. Las carrozas eran muy bonitas. En la actualidad el dos de enero se realiza en las horas de la tarde el desfile de carrozas con las candidatas y en la noche el reinado de la tercera edad en el barrio Villanueva y el tres se elige la reina del carnaval para dar inició a estas festividades del cuatro al seis de enero.

Para concluir nuestros carnavales vienen del río, de la Colonia, han viajado desde España y nacen aquí como allá, de una necesidad fundamental para cualquier sociedad: necesidad de libertad y de felicidad.

DESFILE DE LOS GENITORES


Escenificación de la historia de la Ciudad de Ocaña, revelando sus momentos estelares y los valores de la tradición popular.
La ciudad de Ocaña al igual que los municipios que componen su territorio, tienen una diversa riqueza cultural compuesta de costumbres, leyendas y tradiciones esencialmente españolas. De ahí, que en 1960 un grupo de Ocañeros - entre los que se encontraban Carmen Eliécer Quintero, ya fallecido, y el compositor y declamador Alfonso Carrascal Claro - fundamentados en la obra literaria del médico e historiador Alejo Amaya denominada “Los Genitores”, tienen la idea de escenificar la historia de la ciudad desde el momento de su fundación, hasta el año de 1810. Para dicho fin recurren a una metodología que consiste en extractar la historia por etapas o cuadros debidamente organizados de manera cronológica. En consecuencia, se puede definir el Desfile de los Genitores como un gran espectáculo en el cual se integran elementos teatrales, musicales y plásticos, con el fin de escenificar la historia de la ciudad de Ocaña, destacando sus momentos estelares y los valores de la tradición popular. Sus integrantes - cerca de 750 personas- se agrupan formando cuadros en riguroso orden cronológico, y realizan una marcha desde el extremo norte de la ciudad, recorriendo las calles de La Amargura y Real. Durante el trayecto se llevan a cabo algunas representaciones teatrales (" fusilamiento de Agustina Ferro", "marcha de los colorados", "debates de la Gran Convención", etc.) que causan mayor atractivo e impulsan a las gentes a indagar sobre el significado histórico de los cuadros. En el año 1991 se constituyó la Corporación Cultural y Artística "Desfile de los Genitores", con el fin de garantizar la permanencia del evento y velar por su desarrollo. LOS SÍMBOLOS La Escudo de Ocaña: anteriormente la ciudad había adoptado el escudo de la Ocaña española, pero para la conmemoración del Sesquicentenario de la Gran Convención, año 1978, el Honorable Concejo acogió la idea de dejar sólo El castillo y la Corona Ducal en forma de blasón sobre fondo azul extenso, esto es lo que se conserva del escudo hispano. La bandera de Ocaña, Largo dos veces lo ancho, dividida en cuatro rectángulos, con los colores blanco y verde contrapuestos. La bandera nacional, nuestra ciudad pertenece a la zona andina de la República de Colombia. El Himno de Ocaña, El himno fue adoptado mediante decreto 150 del 14 de diciembre de 1994. Se inicia con el coro: “Ocañeros con todo el orgullo…” La letra es del escritor Mario Pacheco García; la música del maestro Guillermo (Memo) Lemus Sepúlveda, ya fallecido. Los arreglos orquestales corresponden al maestro Raúl Rosero.
COMPARSA DE LOS INDIOS HACARITAMAS
A la llegada de los conquistadores, la región de Ocaña se encontraba habitada por diferentes pueblos aborígenes cuya denominación genérica de "Hacaritamas" se ha conservado tradicionalmente. Sin embargo, dada la característica del territorio como zona de expansión caribe, y con base en los descubrimientos arqueológicos realizados a partir de 1932, por los padres Debill y Escobar, bien puede determinarse que en la antigua Provincia de Ocaña se destacaban dos culturas: Los Hacaritamas, y la denominada Cultura Mosquito, cuyos vestigios responde a la misma concepción estética, fabricación y fines que los descubiertos en Honda y Tamalameque. La indumentaria de esta comparsa esta constituida por el generalizado “taparrabo” y las "mantas de algodón", a las cuales hacen alusión algunos historiadores. La armería esta representada por flechas, arcos y macanas. COMPARSA DE LOS CONQUISTADORESEl capitán Francisco Fernández de Contreras por orden de don Ortún de Velazco y la Real Audiencia fue el encargado de dirigir a su tropa en pos del hallazgo de una ruta por el nororiente conquistado, que comunicara rápidamente a la Nueva Pamplona con el río grande la Magdalena y Santa Marta.
En la travesía el oficial tuvo que enfrentarse a la agreste topografía y los hostiles indios Carates, a los cuales dominó después de despiadadas contiendas. Habiendo superado tales vicisitudes ingresó al terreno de los pacíficos indios Hacaritamas, donde encontró un hermoso valle, un benigno clima y el ambiente propicio para desarrollar la vida con comodidad. Allí rancheó con su tropa el 26 de julio de 1570. Luego de inspeccionar el lugar y recibir el trato amable de los aborígenes fundó la Villa de Ocaña, el 14 de diciembre de 1570. Ocaña fue fundada en honor del Presidente Venero de Leiva, gobernante de la época de la Nueva Granada y quien era oriundo de la ciudad homónima en España. La integra un grupo de conquistadores comandados por el fundador Francisco Fernández y un fraile, que lleva en sus manos la cruz alta. Componen el vestuario armaduras, cotas, calzón corto y medias largas; como armamento, portan espadas y lanzas. Los modelos fueron tomados de representaciones artísticas de la Conquista y la Colonia. COMPARSA DE LA LEONELDA HERNÁNDEZ.La base histórica de esta comparsa se remonta a finales del siglo XVII coincidiendo con la visita pastoral que en esos días hacia a sus feligreses de la comarca ocañera, el Ilustrísimo señor Obispo de Santa Marta, Monseñor Liñan de Cisneros, en el mes de Enero del año 1667.
La leyenda tiene como escenario la población de la Loma de González (Hoy municipio del Cesar) y el Cerro de la Horca, en la ciudad de Ocaña. Leonelda era una joven hechicera de la tribu Búrbura, a quien la Santa Inquisición condeno a muerte debido a " sus practicas de hechicería” y tener a todos los pueblos circunvecinos de convertirlos, un día cualquiera, en infectas lagunas de aguas letales. La rebelde mujer es conducida a Ocaña, y ya casi a punto de cumplirse la ejecución, lanza un imponente grito: ¡Aquí de los Búrburas! Y como llamados ante un conjuro misterioso, brotan de todas partes los indómitos nativos que después de asaetear a la soldadesca y colgar a su jefe, parten con Leonelda hacia sus reductos inexpugnables. Para el pueblo ocañero, Leonelda representa la altivez, el orgullo aborigen y el principio libertario de su raza. Su historia ha dado lugar a numerosos escritos literarios, poemas, obras teatrales y piezas musicales, que prolongan en el alma popular su existencia. Como vestuario utiliza un sencillo sayo hecho de algodón, y va acompañada de un piquete de soldados españoles vestidos a la usanza de la época. COMPARSA DE ANTÓN GARCÍA DE BONILLA García de Bonilla es la antítesis de la leyenda anterior. Fue, indiscutiblemente, un personaje real, como lo demuestran los documentos históricos Era don Antón García de Bonilla -dice el historiador Alejo Amaya- hijo de don Antón, el Conquistador valiente de su mismo apellido. Heredo de su padre con el temple toledano de su alma, crecidísimo caudal que aumento aun más el poder de indomable energía, de talento y de asombrosa actividad. Casado muy joven con doña María Téllez, linda como una rosa al abrirse, buena como el trigo candeal, e hija del linajudo don Luís Téllez Blanco Girón.
El primer registro escrito de esta leyenda, que veremos seguidamente, lo realizo el cronista Ciro A. Osorio Quintero, en su obra "El Valle de los Hacaritamas". Dice don Ciro A. Osorio: “Cuando un día desventurado, en una de sus haciendas, sus hijas y sobrinas cayeron víctimas de la epidemia, y la ciencia vencida le abrió paso a la muerte inminente, don Antón, atribulado, pensó en Santa Rita, la santa milagrosa que se venera en una calle melancólica de Ocaña. Sin reparar en la hora ni en el mal tiempo, don Antón emprendió viaje precipitado a la ciudad seguido de sus criados y cabalgaduras de remuda...” “Hasta que al fin, a la segunda, muy cerca de las doce, llego al santuario y se echo a los pies de la Patrona de los desesperados...” Hecha la promesa formal a trueque de la salud de sus idolatradas enfermas, don Antón regresó a su hacienda. Como por ensalmo, los hermosos luceros de sus ojos habíanse restablecido notoriamente... Paso el tiempo. Vino la vejez y con ella llegó la muerte. Don Antón no volvió a acordarse de Santa Rita. Pero Santa Rita no se olvidó de Antón “. Tipifica este relato, que recoge la leyenda de Antón García de Bonilla, el famoso “desandar”, tan común en el folclor español que ha quedado en el pueblo colombiano vertido en numerosos ejemplos escritos. La promesa incumplida hace que la persona, al morir, recorra como “alma en pena” los sitios relacionados con ella. Para los habitantes de la Provincia de Ocaña, García de Bonilla representa las características propias del “señor” español: hidalguía, filantropía, porte varonil y reciedumbre de espíritu. Por ello, su figura, junto con la de Leonelda, producen en el sentimiento popular la síntesis ideal de su actual modo de ser. El cuadro que en el Desfile de los Genitores hace referencia a García de Bonilla, lo integran, él y su esposa María Téllez, sus dos hijas, su hombre de confianza, Teofilo y tres arrieros con sus respectivas mulas. Vestuario, a la usanza de entonces.” COMPARSA DE LA ROMERÍA
Las creencias religiosas han sido para los ocañeros, parte integrante de su esencia misma. Por ello, no podía faltar en este magnifico desfile, la representación de uno de los acontecimientos más significativos para el pueblo: la aparición de la Virgen de Torcoroma, ocurrida en el monte de su mismo nombre, el 16 de Agosto de 1711. El cuadro hace alusión directa a la entrada a Ocaña de la imagen 5 años después del hecho (15 de Diciembre de 1716). El grupo va precedido por un sacerdote revestido y un numeroso caudal de romeros, todos con atuendos de la época. Llevan con ellos la milagrosa imagen y van entonando salmodias. COMPARSA DAMAS Y CABALLEROS DE LA COLONIA
Constituye uno de los cuadros más vistosos del Desfile. Esta compuesta por señores y señoras que marchan luciendo costosos vestidos del siglo XVIII. Se destaca aquí la proverbial belleza de la mujer ocañera que tantos escritores y viajeros han alabado en diferentes épocas. Las damas llevan traje largo, mantillas, abanicos y peinetas; los caballeros, sombreros, chambergo y capa. COMPARSA DE LAS AMAZONASEs una variedad de la anterior. La diferencia estriba en que las damas van montadas a caballo. El cuadro rememora los tiempos aquellos en que no habiendo posibilidad de utilizar las cómodas literas debido a lo agreste del terreno, las mujeres tenían que optar por el empleo de cabalgaduras para efectuar los viajes. Las bellas cordobesas que acompañaron a los españoles en la colonia, fueron pieza clave para que los hombres de la corona se adaptaran a los nuevos territorios descubiertos.
Aunque en Ocaña no se tiene certeza de que se conocieran con el nombre de Las Amazonas, estas mujeres fueron el aliciente espiritual y moral para que los conquistadores superaran los obstáculos que la naturaleza les tenía preparados. Ellas conocían el arte de cabalgar briosos corceles de ardiente sangre árabe con los que se internaron en la espesura de la selva del nororiente, mientras que los soldados y conquistadores abrían paso con sus espadas entre la amenazante vegetación. Esta habilidad fue transmitida a las mujeres ocañeras hasta muy entrado el siglo XX, época en que utilizaban el caballo como único medio de locomoción para las largas travesías y los pasos por los poblados. COMPARSA DE LAS IBÁÑEZ
Dos hermosas hermanas ocañeras fueron parte fundamental de la historia colombiana. Doña Nicolasa en 1813, a la llegada del Libertador a la región, fue una de las encargadas de coronarlo con laureles. Luego fue Doña Bernardina que en 1819 coronó a Bolivar a su llegada triunfante de la Batalla de Boyacá.Sus actuaciones fueron de gran trascendencia en las decisiones que se tomaron en la naciente república. COMPARSA COMPAÑÍA LIBRES DE OCAÑA.Hace alusión a los patriotas ocañeros que acompañaron al Libertador Simón Bolívar en las batallas libradas para conseguir la independencia del Imperio Español
Durante el desarrollo de la Campaña Admirable, Simón Bolívar hizo su primera entrada a Ocaña en los primeros días de Febrero de 1813. En esta ciudad, y gracias a los buenos oficios y entusiasmo de don Miguel Ibáñez y el Presbítero Alejo María Buceta, adquiere suficientes recursos, vituallas y hombres para proseguir su marcha hacía Venezuela. Antes de su partida, efectuada el 16 de febrero, Bolívar encargó a don José Quintana la tarea de formar un batallón cívico. Nombró además, como segundo de Quintana, al señor don Juan B. Sánchez, y Quintana nombró como su secretario al señor Luís Jácome Marinely. Además, Bolívar nombró al joven Antonio Quintero Copete como ayudante de campo y a Juan Francisco García, jefe de una compañía de voluntarios que se denominó Compañía Libres de Ocaña. COMPARSA DE LOS COLORADOS“Con el nombre de "Colorados", se conoció durante la guerra de Independencia, a una facción realista que actuó, desde 1818 en la región de Ocaña, causando grandes estragos entre los patriotas. Dice el historiador Páez Courvel que “en 1819 estas guerrillas estaban acaudilladas por Juan Manuel y Cleto Jácome, Bernabé Rueda, Juan Esteban Toscano, Dionisio Barbosa, Juan José García y otros.
Llamáronse Colorados a causa del pantalón rojo que ostentaban los soldados... en vista de esto el Libertador resolvió, en 1820, enviar a Ocaña un Ejército al mando del Coronel Francisco Carmona, para que acabare con los núcleos de facciosos realistas. Carmona ocupó a Ocaña el 10 de marzo de 1820 y los colorados se retiraron a las montañas de Presidente. Pero obligado Carmona a marchar sobre Chiriguaná, lo reemplazo en la jefatura Militar de Ocaña el Coronel Jacinto Lara, quien, con el Coronel Ramos, persiguió a los empecinados realistas por las comarcas de Teorama y la Palma. (Hoy Hacarí) Pero Luego, hallándose Figueredo en Ocaña, fue atacada nuevamente esta plaza por los Colorados, quienes desbarataron a los patriotas y se apoderaron de la ciudad, en noviembre de 1820, capitaneados por los mulatos Jácome y por el cabecilla Javier Álvarez. Fue preciso entonces, enviar una división al mando del coronel Manuel Manrique, quien persiguió a los guerrilleros y recuperó la ciudad.” Entre las victimas de este grupo se contaron los patriotas don Miguel Pacheco, don Juan Pino, don José Mora, don Eugenio Barbosa, Don Juan de Dios Illera, don Gabriel Quintero, don Manuel Ibáñez, don Bernardo Pacheco, don Jesús Posada, y la distinguida dama Agustina Ferro. Actúan también como personajes centrales, los caudillos Jácome y Javier y José María Álvarez. Lucen los integrantes de la comparsa, pantalón rojo y llevan como armas machetes y algunos fusiles. COMPARSA DE LA GRAN CONVENCIÓN DE OCAÑA
Este cuadro representa a los convencionistas de 1828, entre quienes se destacan el General Francisco de Paula Santander, Luís Vargas Tejada y el Almirante José Prudencio Padilla. Este último se hizo presente en Ocaña fugazmente, para solicitar apoyo político a sus proyectos que, desafortunadamente, culminaron con su injusto sacrificio. Cabe anotar que durante el corto e infructuoso sesionar de la Convención Grancolombiana, se hicieron famosas las tertulias en casa de la familia Ibáñez, “los bailes donde don José Manuel Trigos, las tazas de plata fina desbordantes de chocolate del que cultivaban los ocañeros en las vegas del Catatumbo, los paseos a “Barbosa” y más que todo, debió de serle muy grato (a Santander) el recuerdo de aquella gentil disfrazada (Bárbara Vicenta Lemus, quien debido a su atracción por el General Santander usaba atuendo masculino para poder colarse en las sesiones) que desde los escaños de San Francisco lo miraba con patriótico entusiasmo y palmoteaba con rapidez cada vez que el héroe dejaba salir el hilo abundante de su peroración”. “Pese al estruendoso fracaso de la Gran Convención, los ocañeros guardan de ella un respetuoso recuerdo: aún se levantan el templo y convento de San Francisco (declarado monumento nacional), que sirvieron como sede a aquellas enconadas polémicas entre bolivarianos y santanderistas. “Los integrantes de este cuadro van vestidos a la usanza de la época y durante la marcha del desfile, escenifican debates y altercados propios de lo que pudo haber sido una sesión de la Convención. Cerrando este cuadro va la carroza alusiva al “Templo de San Francisco y en ella dos damas que representan a Doña Nicolasa y a Doña Bernardina Ibáñez. COMPARSA DE LA LIBERACIÓN DE LOS ESCLAVOS
“Hay en el centro de la plaza principal de Ocaña (Plaza del 29 de mayo), una tosca columna de ladrillo, construida por los esclavos libertos en 1851, para conmemorar la Ley de Manumisión. Este monumento es único en Colombia y se ha convertido, con el transcurrir del tiempo, en un símbolo más de la ciudad. Hace poco, fue sometido a restauración por parte de la división de Monumentos Nacionales. La historia narra que el día de su inauguración, el Gobernador Agustín Núñez organizó una apoteósica festividad en la que fuera la Casa Municipal (Hoy lamentablemente destruida) bailando con la negra Nicanora Rincón, la liberta más vieja. “La comparsa constituye una carroza alusiva a la columna y un grupo de esclavos que la acompañan.” COMPARSA HERMANAS DE LA PRESENTACIÓN
Por iniciativa del General Guillermo Quintero Calderón y el sacerdote Ramón Anaya y Rubio, la Asamblea Departamental de Santander expidió la ordenanza No 5 de 1888 creando el Colegio de Señoritas de Ocaña, que estaría regentado por una comunidad religiosa. Era Gobernador de Santander Quintero Calderón y Presidente de la Asamblea al doctor Santiago Rizo Lemus. El centro educativo fue financiado por los señores Manuel Roca Rincón, José Domingo Jácome, Juan Crisóstomo Pacheco, Manuel Conde Ribón y Manuel Benjamín Pacheco Carvajalino. El colegio se entregó a las Reverendas Hermanas de la Presentación de Tours, bajo la Dirección de la Hermana María Dossithee, quien regentó el colegio hasta 1915. Con esta religiosa vivieron también la Hermanas Emma, Ana Manuela y Lucía. Después de haber permanecido en la Cruz (Hoy Ábrego durante 7 meses, debido a una epidemia de fiebre amarilla que azotaba nuestra ciudad, las Hermanas llegaron a Ocaña el 18 de octubre de 1889. El colegio funcionó hasta 1974 en el antiguo convento de San Francisco. COMPARSA DE LAS FLORISTAS.
Como una forma de homenajear a quiene dedicaban su esfuerzo laboral a surtir de flores a las gentes de Ocaña, esta comparsa muestra todo el colorido de los jardines locales y la belleza de las jóvenes trabajadoras de la ciudad.Rostros amables y gentiles y cuerpos espigados y cadenciosos, se unen a la policronía floral en esta llamativa comparsa. COMPARSA DE AGUATEROS Y LECHEROS.
Revive la época en que tanto el agua como la leche, eran llevados a la ciudad a lomo de mula, por los campesinos. Sobre el particular, anota Alfonso Carrascal Claro: Hasta finales del decenio del 40, era de ocurrencia diaria ver por las calles de Ocaña a estos hombres y niños que utilizando burros cargados con barriles de madera, suministraban agua a todas las casas que no contaban con aljibes o el precario servicio del Acueducto del "Llanito", cuya capacidad de redes sólo cubría la parte central de la ciudad. Siendo la leche en esos tiempos, un artículo de lujo que sólo consumían los pocos ricos de la plaza, como era costumbre llamarlos, las mujeres de los campos cumplían esa labor de venta, cargando a sus espaldas unos recipientes de zinc, que sostenían en la cabeza con un pretal.COMPARSA SIRIO- LIBANESES
Las primeras familias sirias y libanesas que llegaron a Ocaña, lo hicieron a finales del siglo XIX. Para Ocaña, esta próspera comunidad es ya algo propio. Su interesante odisea, familia por familia, lo narra don Zajia M. Numa, quien publicó, poco antes de su sentido fallecimiento y participación directa en el Desfile de los Genitores, una interesante obra titulada " Libaneses y sirios en Ocaña". La comparsa que hace parte del Desfile, esta integrada por auténticos sirios y libaneses y por sus descendientes. Todo el vestuario procede de sus viejos arcones, lo cual hace del cuadro toda una muestra de verdadero colorido. COMPARSA LOS GITANOS
Recuerda esta comparsa a los grupos de gitanos que hace ya mucho tiempo solían venir a Ocaña, creando con ello todo un acontecimiento cultural. En este cuadro se observan las famosas carrozas gitanas y sus integrantes con la vestimenta propia de su cultura. COMPARSA DE LA EVOLUCIÓN DEL TRANSPORTE
El Cable o funicular aéreo, es un sistema de transporte que opera mediante vagonetas que se mueven a través de un cable de acero, entre torres metálica de variada altura. Ejemplos actuales de este medio de transporte, los encontramos en Bogotá, con el teleférico que conduce al santuario y cerro de Monserrate y el Metrocable de Medellín. Inicialmente se proyectó de Cúcuta a Gamarra, pero sólo se concluyó el tramo entre Gamarra y Ocaña. La obra se inició en 1924, inaugurándose oficialmente el 7 de agosto de 1929. El responsable de los trabajos fue el ingeniero James F. Lindsay y su primer gerente don Gabriel Sanín Villa. El Cable Aéreo medía 47 kilómetros, dividido en 6 secciones que abarcaban los hoy municipios de Gamarra, Aguachica, Río de Oro y Ocaña. Duró este sistema cerca de 20 años y reemplazó los difíciles caminos de herradura y el transporte mular, por modernas vagonetas de carga y pasajeros que se desplazaban a una velocidad de 7 kilómetros por hora. COMPARSA DE LOS EXPRESIDENTES
El acerbo humano de la Provincia de Ocaña no se ha limitado sólo a exponentes de las artes y las letras. Varios expresidentes de Colombia, para orgullo de la región, tiene también sus raíces en esta ilustre tierra. La comparsa está integrada por los expresidentes José Vicente Coneha lobo, Guillermo Quintero Calderón, Miguel Antonio Caro, Laureano Gómez y Alfonso López Michelsen y el destacado poeta hispanoaméricano José Eusebio Caro.
Publicado por Jairo Angarita Navarro














































































































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